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JuanBer.co

¡Deja de hablar de crisis!

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La palabra «crisis» tiene varias acepciones o significados, algunos hacen referencia simplemente a un cambio, otros tienen implicaciones más profundas.

Más que mostrarte los significados de diccionario, hoy quiero llevarte a pensar sobre la forma que hablas y las palabras que usas, porque para bien o para mal, de ellas dependen los resultados que tienes.

El lenguaje es un asunto convencional, dicho de otra forma, es algo que funciona porque un grupo de personas está de acuerdo.

Muchas veces no somos conscientes de las palabras que usamos

No es descabellado afirmar que para mucha gente la palabra crisis no está asociada con el cambio, está más asociada con los problemas, dificultades, incomodidades, dolor y sufrimiento derivado de ese cambio.

Piénsalo de esta manera, si te ganas la lotería no correrías a decirle a todos que tu vida actual está en crisis. ¿O sí?

Pero si llegaras a entrar en bancarrota, sí que hablarías de crisis.

El punto está claro.

Con eso en mente, te invito a que te separes de la mayoría de gente y que reencuadres la forma como estás pensando, hablando y refiriéndote a la situación actual.

Te explico por qué…

Implicaciones de la «crisis»

Pensar o hablar de crisis implica enfocarse en los problemas, en el dolor y en el sufrimiento.

Implica poner la atención en lo que no funciona, en lo que se perdió o se va a perder.

Implica poner la atención en un anhelo, tal vez ingenuo, de volver todo a la «normalidad» o por lo menos a lo que pensabas que era normal.

Te tapa los ojos ante la belleza colateral.

Te dificulta siquiera pensar en que puede haber algo bueno en la situación que estás viviendo.

Al ocultarte y «relajarte» la tal crisis dejas de buscar cómo esta nueva situación, te puede generar crecimiento, cómo puedes aprovechar esta nueva situación para generar bienestar y crear nuevos normales.

Hablar de crisis es estar en estrés, es estar en supervivencia, es ceder ante la amenaza del colapso de la vida como la conoces.

Te atornilla al pasado.

Con las implicaciones que eso tiene sobre tu salud

¿Cómo verlo entonces?

¿Sabes cuál es la diferencia entre la gente que tiene éxito y la que no?

La gente exitosa sabe cambiar su enfoque.

Reencuadrar.

Porque el colapso de la vida como la conocemos trae consigo la llave para abrir las puertas a una vida aún mejor, puede abrir las puertas al crecimiento y sin duda abre las puertas a una nueva vida.

Pasar por estas puertas, ciertamente es incómodo, es difícil y diferente, pero es que nada que valga la pena se logra sin una dosis de incomodidad.

Nada que valga la pena se logra sin dedicación, persistencia y mucho miedo.

Nada que valga la pena se logra sin colapsar los normales anteriores, nada nuevo se puede construir y ejecutar sobre las mismas bases viejas.

¿La clave? Piensa y habla en términos de oportunidad, reto o desafío.

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Esto te obliga a mirar al futuro con un punto de vista creativo e innovador.

Te permite expandir tu potencial, porque tu mente va a estar pensando en nuevas soluciones, no sólo para sobrevivir sino también para prosperar.

Quieres salir de allí con lo brazos en alto.

Comienzas a pensar en cómo construir un nuevo reino y a encontrar las oportunidades dada una realidad para la cual no estábamos preparados.

Las oportunidades están allí, las tomas tú o vas a ver como las toma otro.

Tienes que desaprender para aprender cómo vivir en un nuevo mundo, porque lo único cierto al terminar esta situación, es que el mundo ya volverá a ser igual.

Es ingenuo pensar así…

Si crees que lo que te estoy diciendo es ingenuo, no has entendido nada.

No se trata de engañarte ni desconocer la realidad ni de ver flores y pajarillos cantando donde no los hay.

No se trata de cerrar los ojos ante el sufrimiento propio y el de los demás, ni de hacer caso omiso al llamado a la solidaridad y a la colaboración.

No se trata de ignorar que todo cambió.

Se trata de cambiar la interpretación que haces de todo aquello, aceptar lo que no puedes cambiar y tener valor para cambiar lo que sí puedes.

Lo único que puedes cambiar ton toda seguridad, es a ti mismo.

Se trata de aprender a separar la realidad cruda, de las historias, dramas y adjetivos innecesarios que pones tú mismo, o que ponen lo demás y aceptas sin darte cuenta.

Todo eso habita el mundo de lo subjetivo y de las opiniones.

Para bien o para mal. Casi siempre para mal.

Realidad: hay una pandemia, muchas personas están en aislamiento obligatorio, muchas personas no tienen con qué comer, algunas empresas se han quebrado, muchas personas han perdido su trabajo, muchas personas han muerto, es altamente probable que muchas más mueran, tal vez tú, yo o alguien cercano.

Niebla subjetiva: estamos en una crisis, esto está muy complicado, es responsabilidad de China, de Estados Unidos o de una secta misteriosa. Esto es el final de los tiempos, esto cada vez va a empeorar más. Todo el mundo está mal, todos nos vamos a morir, no hay comida, todas las empresas se están quebrando. Salir de esto va a ser muy difícil si es que salimos. La crisis va a durar muchos años.

Opinión, drama y especulación. Pura y dura.

Esto conduce a tener una imagen agravada de la situación real y a crear futuros nefastos, que no sabes a ciencia cierta si llegarán.

Como decían las abuelas en mi país…

Ee trata de «llamar al pan pan y al vino vino».

Afrontar la realidad que se venga sin caer en la interpretación y actitud victimista, sino más bien entrar en una actitud de líder, creador y constructor de un nuevo mundo.

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Habrá muchos llorando pero también habrá muchos vendiendo pañuelos.

Mi recomendación…

  1. Toma conciencia de tus pensamientos y tu forma de hablar y separa los hechos de tus opiniones, profecías y especulaciones.
  2. Identifica que está en tu control y que no.
  3. Acepta y haz el duelo sobre las cosas que no están en tu control.
  4. Toma acción masiva imperfecta sobre las cosas que sí están en tu control.

Y pues nada, como siempre lo digo, te felicito por llegar hasta acá (ya es un gran entrenamiento) y por seguir elevando tu nivel de consciencia…

¡Ya nos veremos más adelante!

¡Namaskar!

1 abrazo